La
murcielaga cayó fuertemente al suelo rodeada de esos seres que se pagaban a
ella como una segunda piel. Al caer abre sus imponentes alas sacándoselo a
todos de encima. Alza su pierna derecha al aire y comienza a girar con rapidez,
volviéndose un intenso remolino blanco y negro. Al terminar de girar se detiene
y mira como esas cosas se evaporan rápidamente ante el ataque que habían
recibido. Alzo su mirada para ver al equidna que a pocos metros de ella se
encargaba de golpear fuertemente a esas cosas.
Sonrió
de lado al verlo en ese estado, se veía tan varonil y guapo. Grito fuertemente
al sentir un profundo dolor en su pierna derecha. Bajo su mirada adolorida
hacia allí, notando como un pequeño ser mordisqueaba su pierna desgarrándole la
piel. Con fuerza lo tomo de las alas lanzándolo hacia la pared, reventándole la
nuca con su tacón de aguja. Adolorida se
dejo caer en el suelo tomando su pierna con esfuerzo. Miro a su lado viendo
como esos seres se venían hacia ella tirándose en sima de ella mordiéndola y
rasguñándola gravemente. No supo cómo pero lentamente sintió como esas cosas
salían de encima de ella con rapidez. Al abrir sus ojos se encontró con unos
ojos violetas que la miraban con preocupación.
-Rouge
¿Estás bien?-dijo su voz dulce y tranquila. Ella la miro con sus ojos entre
cerrados.
-¿Nuevamente,
intentas salvarme para tomarme la mano?-pregunto bajito pero con una leve sonrisa picara.
-Cállate,
y descansa-ordeno con sus mejillas sonrojadas. Se quedo estático al sentir su
cálida mano en su mejilla. Bajo su mirada perdiéndose en esos ojos azules que
tanto le encantaban y que pocas veces se había dado el lujo de admirarlos.
Cerró los ojos al verla posar sus labios sobre los de él. Estaba disfrutando
ese momento, sus labios dulces y cálidos le sabían a gloria. Una risa burlona hizo que los dos se giraran
abruptamente cortando cual cualquier lapso de tiempo
-Parece
que ustedes son los que han matado a estos inútiles-hablo esa voz. Los dos se
giraron para encontrarse con un erizo negro con franjas rojas.
-¿Shadow?-pregunto
Rouge aun tirada en el suelo. No lo podía creer, el erizo negro era idéntico a
su compañero y amigo, tenia franjas, mirada penetrante y figura perfecta. Pero
algo no le cuadraba.
-Podría
decir que si-rio levemente mirándola divertido- Ciertamente, el erizo negro que
ustedes conocen tiene una pisca de compasión. Podríamos decir que es un
anti-héroe. No es el chico malo, ni el chico bueno- se burlo sonriendo de lado.
-No
es él-murmuro Knuckles aun inclinado en el suelo. Bajo su mirada a ella con el
ceño fruncido-Ese erizo que vez ahí, no es tu amigo, no es el Shadow que
conocemos, es el enemigo-aseguro volviendo su mirada hacia él, Rouge se giro
para ver como varios de esos seres demoniacos lo rodeaban con totalidad.
-¿Debemos
aniquilarlo?-pregunto intentando pararse con las pocas fuerzas que le quedaban.
Knuckles asintió levemente.
-Busca
refugio, estas muy herida para luchar contra él. Yo lo distraeré mientras tu
escapas-dijo firme mirándola serio. Ella se giro abruptamente para mirarlo de
frente.
-¡¿Te
piensas quedar con toda la diversión?!Que yo sea una dama, no quiere decir que
sea tan frágil como una-aseguro apuntándose con orgullo. Él sonrió de lado para
tomarla de mentón con suavidad, ella se sonrojo levemente pero ladeo su rostro
avergonzada.
-Si
lo sé. Pero últimamente esa dama, ha estado muy herida, si llega a luchar
contra él podría lastimarse. Y yo como noble caballero debo asegurarme que este
bien.
Rouge
quedo estática, ese equidna cabeza de nudillos, jamás le había dicho algo tan
caballeroso. Además de que sonaba cursi, era un detalle muy hermoso.
-¡Me
harán vomitar!-escucharon gritar, antes de que el equidna volara por los aires
hasta caer pesadamente en un edificio.
-¡Knuckles!-exclamo,
antes de girarse y encontrarse con el erizo negro que sonreía de lado. De una
fuerte patada la lanzo hacia donde se encontraba su compañero.
-Esto…esto
me lo vas a pagar…Maldito…-susurro al aire, sacando esos escombros de encima.
Se levantó sobre sus dos pies limpiando su labio con su guante, al verlo
frunció el ceño. ¿Sangre? Nadie en su puta vida la había hecho sangran en una
lucha. ¿Cómo se atrevía ese erizo poco caballeroso? Extendió sus alas sacando
el polvo de ellas, de un salto quedo en frente del erizo negro, a su lado
sacudiendo sus largas púas el equidna se ponía en posición de pelea. Los dos
miraron hacia su alrededor, los gritos de horror y miedo, se oían por doquier,
las llamas inundaban los edificio, mientras que esas cosas comían a las
personas que encontraban. Se quedaron
boca abierta, para luego poner una digna mirada de enojo. Esa era su ciudad,
nadie a excepción de Eggman había llegado a hacer tanto caos, y eso que el
huevo con bigotes se quedaba corto a comparación con lo que estaban causando
esos seres.
-¡Lo
vas a pagar, maldito erizo del demonio!-exclamo Knuckles apuntándolo con el
ceño fruncido.
-¡Nadie
toca esta ciudad y sus joyas, sin mi permiso!-grito Rouge igual de enfadada que
él.
-Dos
contra uno. Eso es algo injusto-aseguro fingiendo inocencia- Me encanta, mas
estúpidos a quien patearles el trasero-rio de lado con arrogancia.
-¡Hasta
la misma arrogancia tiene!-grito histérica la murcielaga queriéndolo matar con
una piedra, pero Knuckles la detuvo.
-¡Muy
bien, comencemos!-grito éste acercándose hacia ellos rápidamente. Los dos
bloquearon sus ataques y saltaron hacia atrás con agilidad. Ninguno daría
tregua en esta lucha.
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